TSUNAMI
El viaje estaba planeado, me iría
con mi novio a pasar unos días de vacaciones a Fukushima, era 11 de
marzo estábamos esperando el tren en la estación de Tomioka. El que venía
hacia escalas y le dije a mi pareja que tomáramos el siguiente, las
maletas estaban un poco pesadas y había perdido el equilibrio a causa de un
problema cerebral, dejamos pasar el tren. Nos quedamos solos en la estación. El
frío aturdía nuestros movimientos. De repente todo empezó a temblar. La puerta
de cristal que tenia a mi espalda estalló, un vidrio me rozo el cuello. Las líneas
del tren parecían olas. Trastabillando logramos subir unas escaleras y pasar un
puente metálico que se columpiaba. Un olor a gas nos envolvió. Por un altavoz
nos comunicaron que se acercaba un tsunami con olas de un metro. Puse los ojos
en el mar, ese mar que es mi pasión. Que me arrulla en verano hasta el punto de
no querer salir de él. Cuando lo vi me di cuenta que era más que eso. Era otra
cosa. Eso no era agua: era una masa negra, un monstruo gigante.
-corramos, le dije a mi novio.
Sin perder un segundo abordamos
un taxi que nos llevo a un hotel.
-¿Cuánto le debo? le pregunte al
conductor.
-No me debe nada, yo le debo la
vida, por usted salí de allá me contesto.
Desde arriba en el hotel,
las calles se veían abrirse como rayos. La gente corría. Las casas se desplomaban.
Empezó a llover, a caer nieve, todo se oscureció. Temblaba y temblaba. Sentimos
el fin del mundo. El tren que habíamos dejado pasar fue encontrado un día
después hecho pedazos y sin nadie adentro. Todo quedo transformado en
escombreras con cadáveres.
VENDEDOR
DE ILUSIONES
Desde las primeras horas
matinales comienza mi travesía. Recorro la ciudad de sur a norte, trabajo con
la ilusión de los demás: Soy vendedor de ilusiones.
Si quiere
ganar plata sin trabajar, el chance y la lotería debe comprar; llevo el uno,
llevo el cinco, el siete es la flecha; el último que me queda, no desprecie la
suerte, quédese con el premio. Así reza mi pregón. Les vendo a Vicente y a toda
la gente, no hay familia decente, ni de mala reputación, ni pobre ni rico, que
no compre un pedazo de ilusión.
Algunos me dicen Manaure, bulto de
sal y otros más optimistas me dicen el vende premios. Una que otra vez vendo
los premios, algunos me dan una buena propina, otros ni m... Pero soy conforme,
con esto he levantado a mis hijos, con esto les llevo la papa... Sigo vendiendo
ilusiones.
MATAR
EL TIEMPO
Salió temprano diciendo que iba a
matar el tiempo, pero el tiempo amaneció como loco y enfurecido fue el quien lo
mato.
Llamado a juicio el tiempo se
justifico.
– Lo hice en defensa propia, tengo
testigo de que el salió a matar el tiempo.
El tiempo fue absuelto.
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